DEBEMOS RECONOCER Los síntomas más comunes; son los siguientes:
Cambios en los hábitos de dormir y de comer.
Retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales.
Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la casa.
Uso de drogas o del alcohol.
Abandono poco usual en su apariencia personal.
Cambios pronunciados en su personalidad.
Aburrimiento persistente, dificultad para concentrarse, o deterioro en la calidad de su trabajo escolar.
Quejas frecuentes de dolores físicos tales como los dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que están por lo general asociados con el estado emocional del joven.
Pérdida de interés en sus pasatiempos y otras distracciones.
Poca tolerancia de los elogios o los premios.
El adolescente que está contemplando el suicidio también puede: Quejarse de ser "malo" o de sentirse "pésimo"
Lanzar indirectas como: "No les voy a seguir siendo un problema", "No me importa nada", "para qué me voy a molestar".
Poner en orden sus asuntos; por ejemplo, regalar sus cosas favoritas, limpiar su cuarto, tirar papeles o cosas importantes, etc.
Ponerse muy contento después de un período de depresión.
Si el niño o adolescente dice, "Me quiero matar" o "Me voy a suicidar", hay que tomarlo muy en serio y hacer una consulta a un psiquiatra de niños y adolescentes o a otro médico para que evalúe la situación. A la gente no le gusta hablar de la muerte. Sin embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no va a "ponerle ideas en la cabeza", por el contrario, esto le indicará que hay alguien que se preocupa por él y que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas.