¿Qué es la asertividad? La definición de asertividad consiste en un conjunto de habilidades prácticas sociales y de comunicación. La comunicación asertiva se basa en el respeto hacia todas las partes y su objetivo es negociar un punto intermedio entre varias posturas. Una de las características más importantes de la asertividad y la actitud asertiva es el equilibrio que busca y que aporta a la comunicación. Sus beneficios son notables, pues permiten mejorar la comunicación y mantener relaciones más sanas y satisfactorias. Asimismo, también contribuye a fortalecer la autoestima, ya que el autorespeto es un pilar básico para la asertividad.
La asertividad o actitud asertiva consiste en expresar y defender la opinión propia, un punto de vista o unas ideas teniendo en cuenta los derechos propios, pero también los ajenos. Respetando el punto de vista del otro, la asertividad fomenta la comprensión y la empatía y permite llegar a un punto común.
En la gráfica que aparece a continuación, podemos ver que la asertividad es el punto medio del continuo de los estilos comunicativos, cuyos extremos y polos opuestos son la comunicación agresiva y la comunicación pasiva. Ambas son consideradas estilos de comunicación no asertiva.
Las comunicación de las personas fluctúa en este continuo dependiendo de las situaciones y las circunstancias, pero tienen una tendencia general hacia un estilo comunicativo. Por ejemplo, las personas asertivas en ciertas ocasiones pueden adoptar una actitud característica del estilo de comunicación pasivo o agresivo. Sin embargo, se categorizan en el estilo de comunicación asertivo porque muestran una tendencia general a relacionarse con asertividad. Con la siguiente descripción y la lista de características, podrás identificar a una persona asertiva fácilmente.
¿Qué es una persona asertiva? Las personas asertivas son aquellas que practican un estilo de comunicación asertivo. La conducta asertiva se basa en el respeto hacia los demás y hacia uno mismo. Las personas asertivas conocen sus propios derechos y los defienden, respetando a los demás, es decir, no van a "ganar", sino a "llegar a un acuerdo". Siguen el método yo gano, tú ganas.
¿Cuáles son las características de una persona asertiva? Las cualidades de una persona asertiva son las siguientes:
Un ejemplo de diálogo con una persona asertiva:
Para saber si eres una persona asertiva puedes realizar el siguiente Test de asertividad gratis, online y con resultados inmediatos.
Una persona no asertiva es la que tiene tendencia a un estilo de comunicación asertivo, es decir, pasivo o agresivo. A continuación veremos en detalle estos estilos de comunicación.
Las características de una persona pasiva son las siguientes:
Un ejemplo de respuestas habituales por parte de una persona pasiva es el siguiente:
Las personas no asertivas son las que tienen tendencia a comportarse de forma pasiva o agresiva. El estilo de comunicación agresivo es lo contrario del pasivo, es el otro extremo del continuo. En ambos extremos, lo ideal sería trabajar las habilidades sociales para acercarse al centro.
Las características de una persona agresiva son las siguientes:
Un ejemplo de un diálogo con una persona agresiva es el siguiente:
Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.
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La autoestima es el suelo de una persona, sobre el que se construye su manera de sentirse y de actuar. La autoestima está presente siempre y condiciona todos los aspectos de la vida. Por ello, es tan importante trabajar la autoestima con el objetivo alimentar una autoestima sana, estable y positiva. ¿Cómo mejorar la autoestima? Para que la autoestima sea una base sólida y realista, es necesario llegar al origen de la misma. Para ello, puedes seguir estos 4 pasos:
¿Cómo subir mi autoestima? Para mejorar la autoestima, es necesario conocerse a uno mismo, aceptarse y también cuidarse y tratarse bien a uno mismo o una misma, lo que en psicología llamamos autocompasión. Para ello, es necesario ejercitar la conciencia, trabajar el autoconociemiento y practicar la autocompasión. Puedes hacerlo con estos ejercicios para mejorar la autoestima:
Realizar los anteriores ejercicios para mejorar la autoestima puede ser complejo. Por ello, te facilitamos algunas técnicas para mejorar la autoestima que pueden ayudarte a poner en práctica los cambios.
1. Para evitar las etiquetas peyorativas, pueden ayudarte los siguientes pensamientos:
2. Para evitar los pensamientos de todo o nada, resultan útiles los siguientes pensamientos:
3. Cuando te encuentras haciendo comparaciones, puedes acudir a las siguientes afirmaciones:
4. Cuando te encuentras "adivinando" lo que los demás piensan sobre ti:
5. En caso de que te dejes llevar por un razonamiento emocional, pueden ayudarte los siguientes pensamientos:
En el siguiente artículo encontrarás otras estrategias para mejorar la autoestima.
¿Cómo aumentar la autoestima? Además de aplicar los anteriores ejercicios y técnicas psicológicas, puedes realizar otras actividades para mejorar la autoestima:
Si tienes más de 40 años y quieres consejos para mejorar la autoestima más específicos para tu edad, los encontrarás en el siguiente artículo: Cómo mejorar la autoestima a partir de los 40 años.
Para fortalecer y mejorar la autoestima, es una buena opción complementar con biblioterapia para aprender más sobre la autoestima y el autoconocimiento. A continuación: mostramos una lista con 20 libros para mejorar la autoestima:
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La empatía puede ser definida como la habilidad de diferenciar entre los sentimientos propios de los de otra persona. Se trata de ser capaz de ponerse en el lugar de otra persona y ver las cosas desde su perspectiva, así como regular sus propias respuestas emocionales. La empatía es un factor primordial en el desarrollo de la inteligencia emocional.
Puede parecerte que estas habilidades son habilidades sociales propias de un adulto. Sin embargo, las personas adultas pueden tener problemas con ellas. Por ejemplo, algunas personas pueden rechazar ayudar a otras personas que están en situación de necesidad no porque no tengan empatía sino porque pueden no tener la capacidad para afrontar de forma adecuada sus propias reacciones emocionales ante determinadas situaciones.
La respuesta a esta pregunta es “sí”. La empatía es una habilidad que puede ser aprendida y podemos favorecer su desarrollo. Además, hay varios grados de empatía, y con práctica, podemos fortalecerla. Para los adolescentes, ser capaz de desarrollar la empatía es un paso crucial en su desarrollo porque mejora las habilidades sociales y su capacidad para cuidar de los demás.
Algunos estudios han mostrado que la falta de empatía es un posible factor de riesgo para el desarrollo de conductas antisociales como el bullying o conductas agresivas. Cuando la persona que produce ese tipo de conductas no es capaz de reconocer ni identificar la situación en la que se encuentra la víctima y no siente ni culpa ni pena no verá ninguna razón para cambiar y continuará realizando ese tipo de conductas. De ahí la importancia de cultivar esta habilidad.
A pesar de que también existen dinámicas para practicar la empatía en adultos, aquí nos centraremos en ejercicios específicos para trabajarla en adolescentes. Estas son las mejores dinámicas:
Cuando las necesidades emocionales de un niño o adolescente son abordadas y satisfechas, los adolescentes son más propensos a mostrar empatía y ayudar a otros que están en peligro. Como padre o madre, puedes esforzarte para desarrollar un tipo de apego seguro con tu hijo. Es importante que le muestres que puede contar contigo cuando necesite apoyo emocional y físico. La investigación muestra que los niños que tienen padres que los ayudan a sobrellevar las emociones negativas de una forma compasiva y orientada a la solución de problemas tienen más probabilidades de mostrar preocupación por otros niños, es decir, ser más empáticos.
Trata a tu hijo como una persona independiente con una mente e intereses propios. Habla sobre sus emociones y ayúdale a comprender cómo los sentimientos, los deseos y las emociones pueden influir en el comportamiento. Puedes enseñarle a reconocer y etiquetar sus sentimientos, así como aquellos que ha observado en los demás, modelando la expresión verbal.
Por ejemplo, cuando te comuniques con tu hijo puedes hablar sobre tus propios sentimientos, así le estarás proporcionando un lenguaje apropiado para expresar las emociones. Además, puedes utilizar la escucha reflexiva para ayudarle a etiquetar los sentimientos de los demás haciéndole preguntas como “pareces un poco enfadado hoy, ¿ha pasado algo?”. Esto le ayudará a reconocer sus sentimientos y la importancia de expresarlos.
Como padres, podemos aprovechar las oportunidades cotidianas para indicar situaciones en las que la empatía es necesaria. Podemos generar respuestas de simpatía en nuestros hijos. Por ejemplo, viendo una película o una serie de televisión podemos ver escenas en las que hay bullying o conductas crueles. Podemos emplear estas situaciones para plantearle cómo se puede sentir la víctima. Al hacer esto, estamos llevando las cosas un paso más allá porque no solo estamos etiquetando sentimientos, también estamos ayudando a reconocer oportunidades en las que nos podemos preocupar por las necesidades emocionales de otras personas, intercambiando ideas sobre diferentes maneras de ayudar.
Cuando los adolescentes identifican o sienten que otra persona es similar a ellos, es más probable que sientan empatía por esa persona. Por eso, una forma de enseñarles a desarrollar sus habilidades empáticas sería ayudarles a descubrir lo que tienen en común con otras personas. Además, esto es muy importante en una sociedad como la de hoy en día dónde las nuevas tecnologías plantean debates sobre la línea que distancia lo real de lo imaginario y rara vez hay consecuencias directas para determinadas acciones. Cuánto más podamos humanizar la angustia de la víctima, mayor empatía desarrollará.
Estas son solo algunas formas de cómo enseñar empatía a los adolescentes. Además de enseñarles a fortalecer sus habilidades empáticas, también debemos darles la oportunidad de ponerlas en práctica. Como padres, se les puede ayudar a identificar lugares en los que puedan tener la oportunidad de trabajar directamente con personas en situaciones de necesidad, lo que les permite comenzar a identificarse con esas personas y fortalecer aún más su desarrollo empático.
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La palabra resiliencia viene del latín resilio, significaba volver de un salto, rebotar. Utilizamos este término en psicología para referirnos a la capacidad de sobreponernos ante los contratiempos de la vida. Ser resilientes no significa que nada nos afecte, significa que somos capaces de adaptarnos mejor a las situaciones y a los problemas que nos presenta el mundo. La mayoría de las personas mostramos resiliencia en diferentes episodios de nuestra vida, podríamos afirmar que es nuestra manera de adaptarnos a las dificultades.
Sin embargo, en ocasiones, los problemas parecen ahogarnos y resulta muy complicado sobreponerse a ellos. En esos momentos, debemos entrenar nuestra resiliencia psicológica con una serie de pasos y claves. Estos pasos se basan en aceptar los cambios, buscar nuevas oportunidades y aprender de todas las experiencias, entrenar la resiliencia también comporta hacer ejercicios para aprender a ser más positivos.
Si entrenamos al máximo nuestra capacidad de sobreponernos ante las adversidades desde pequeños, llegaremos a ser personas mucho más resilientes con el paso de los años. Podemos fomentar la resiliencia en los niños con los siguientes pasos:
Si a lo largo de nuestra vida no hemos entrenado nuestra resiliencia, no pasa nada. Aún estamos a tiempo de cultivar la capacidad de sobreponernos ante los problemas de la vida. Esta vez, basaremos los consejos en la resolución de conflictos y en aceptar partes de nuestro pasado que todavía nos torturan.
A lo largo de la historia, muchos pensadores han escrito sobre la resiliencia o, si más no, sobre nuestras fortalezas psicológicas. A continuación, mostraremos algunas de las frases más célebres para desarrollar la resiliencia:
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